Cuando la enfermedad aparece debemos preguntarnos qué ha sucedido o viene sucediendo en nuestra vida para que así sea; otras veces la respuesta no está en el por qué sino en el para qué nos está sucediendo alguna alteración orgánica. Qué debemos aprender con ello. Tal vez a comer más sanamente, a no beber alcohol, a reprimir la ira, a mejorar los hábitos de convivencia...tantas y tantas respuestas como personas somos.
La buena noticia está en poder conectar con lo que nos pasa y dialogar con ello. No sólo debemos hacer las preguntas que nos lleven a descubrir en qué estamos alterando nuestro sagrado equilibrio, sino también considerar que podemos sanar nuestros males con la intención de recomponer nuestra conducta enviando toda la energía sanadora de nuestro interior a esa parte u órgano afectado. Otra novedosa noticia es que debemos perdonar a la enfermedad. El cáncer no es sino una equivocación de las células al reproducirse. Un error. Un comportamiento anómalo que puede ser comprendido y sanado desde la compasión por ellas y por nosotros mismos. ¿No tratamos de perdonar los errores ajenos?¿no nos perdonamos a nosotros tantas veces?¿Nos estará poniendo a prueba, nuestro cuerpo, para pulsar nuestra capacidad de perdón?. Sanar significa estar en paz. Rescatar la estabilidad perdida, reconstruir el comportamiento y recuperar la serenidad interna.
Enviemos luz sanadora a lo que se ha detenido o está funcionando
equivocadamente... Hagamosló... creamos o no... funciona, siempre funciona.
Y sobre todo aprendamos de ello lo que se nos muestra como una gran lección.
Si podemos enfermarnos a nosotros mismos...
Podemos sanarnos también. No hay duda.
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